segunda-feira, 4 de fevereiro de 2008

CG 35

No podemos hacerlo todo La Congregación General está a punto de finalizar su cuarta semana. Seguro que ya conocéis por otras informaciones los pasos que estamos dando. No os los repito en sus detalles. Los congregados nos hallamos metidos en la reflexión de los temas que la Diputación para esta etapa de la Congregación General propuso como espacios a explorar, una vez realizada la elección del nuevo P. General. Impresiona la lista de cuestiones que tenemos entre manos: misión e identidad, gobierno, obediencia, colaboración con otros, vida comunitaria, hermanos jesuitas, formación, promoción de vocaciones, apostolado con jóvenes, comunicación, ecología, apostolado intelectual, migrantes, desplazados, fundamentalismo, África, China… Son las palpitaciones actuales de la Compañía en el seno de una Iglesia que quiere evangelizar este mundo siempre sorprendentemente nuevo.
Os insisto: aturden la variedad y la cantidad de frentes abiertos para nuestra búsqueda en esta Congregación. Quizás por eso sonaron muy bien las palabras del Arzobispo Óscar Romero, utilizadas en una de nuestras oraciones matutinas: «El Reino no sólo está más allá de nuestros esfuerzos, está incluso más allá de nuestra visión… No podemos hacerlo todo, y reconociendo esto se experimenta una sensación de liberación».
Sin embargo, sabemos que hemos de dar forma a un mensaje. Desconocemos aún lo que queremos decir exactamente a la Compañía. Sólo intuimos trozos de cuanto deseamos expresar. Si nos visitarais en estos días, nos veríais en comisiones y grupos esparcidos por toda la Curia, metidos en la tarea de poder articular datos y mociones, análisis e intuiciones, realidades y sueños. A su modo, son ejercicios espirituales hechos a base de largos encuentros en torno a una mesa, de lecturas intensas de papeles, de elaboraciones continuas de notas y actas, de redacciones de borradores siempre penúltimos, de traducciones tentativas, de mil y una correcciones, de sesiones informativas en el aula.
La pregunta por los pasillos a quienes participan en la elaboración de documentos es siempre la misma: ¿cuándo acabaréis? Un poco como hacía Julio II con Miguel Ángel, deseoso de que, de una vez por todas, finalizara la Capilla Sixtina. A tanto no llegará ciertamente la obra de esta Congregación manifestada en sus decretos y sus recomendaciones al P. General. Pero, salvadas las distancias, estamos seguros de que aparecerá el mensaje que enviaremos a nuestros compañeros jesuitas en todo el mundo. No será difícil dar con él si se cumple una condición: que sea reflejo de lo mucho que Dios nos está haciendo sentir en estas semanas como cuerpo apostólico de su Iglesia.

Vuestro en Cristo,Francisco Ruiz, SJ
Provincial de la Provincia de Andalucía y Canarias

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