quarta-feira, 16 de janeiro de 2008

CG 35ª - 15 de Janeiro de 2008

Crônica
Uno de los objetivos fundamentales de estas ‘Crónicas’, como las hemos venido llamando desde el comienzo, es mantener un vínculo espiritual entre los electores, presentes en la Congregación General que se está desarrollando en Roma, y los jesuitas y amigos/as de la Compañía que comparten la misma experiencia que vivieron Ignacio de Loyola y sus primeros compañeros, de sentirse llamados/as a hacerse ‘servidores de la misión de Cristo’, como bellamente sintetizaban los Congregados durante el proceso vivido en la Congregación General 34ª. Nos une una llamada de Dios a ser ‘colaboradores’ de la misión de Cristo y por eso nos sentimos parte de un solo cuerpo, que está al servicio de Dios y su reino.

Esta ‘unión de los ánimos’, vivida desde las distancias geográficas y culturales tan inmensas, es un apoyo efectivo a nuestra tarea diaria de discernimiento espiritual. Contamos con la presencia de ustedes y no nos sentimos apartados del resto del cuerpo de la Compañía y su misión durante estos días. Por esto, también es importante que ustedes sientan algo de lo que estamos viviendo en las distintas sesiones y trabajos de la Congregación. La jornada de hoy comenzó a las 9 de la mañana, bajo la Presidencia del P. Kolvenbach, quien tenía a su lado al Secretario y al Ayudante del Secretario de esta primera etapa de la Congregación, PP. Orlando Torres (PRI) e Ignacio Echarte (LOY). La oración tuvo como tema la mirada de la Trinidad sobre el mundo, que nos invita a mirar también este mundo con los ojos de misericordia con los que lo ve Dios:

“Composición viendo el lugar; aquí será ver la grande capacidad y redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes, las unas y las otras, así en trajes como en gesto: unos en blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo, cómo uso hablan con otros, cómo juran y blasfeman, como hieren, matan, van al infierno… Asimismo lo que dicen las personas divinas, es a saber: Hagamos redención del género humano…” (EE 103. 106. 107. 108).
Inmediatamente vinieron a nuestra memoria y nuestros corazones, recuerdos, imágenes, situaciones vividas en nuestros países de origen y en los contextos apostólicos en los que nos movemos… realidades contrastantes que hacen parte de ese mundo que hoy sigue clamando redención. Es imposible desviar la mirada y negar las condiciones hirientes que vive nuestro mundo, ‘agobiado y doliente’. No podemos saltarnos a la torera ese preámbulo propio de la contemplación ignaciana que nos invita a hacer una ‘composición viendo el lugar’, de manera que nuestro discernimiento no se limite a una valoración de ‘mociones’ internas, como si lo que pasara en el mundo o los ‘signos de los tiempos’, como llamaba el Concilio Vaticano II, no fuera también ‘Palabra de Dios’… Eso se percibió más claramente cuando se proclamó el siguiente texto, tomado del libro de Éxodo y que parecía responder al diálogo entre la Trinidad y nuestra mínima Compañía hoy:
“He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a liberarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel (…). Y ahora anda, que te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas” (Éxodo 3, 7-10). Junto con esta lectura, se proclamó el texto de la Carta de San Pablo a los Filipenses en el que el apóstol invita a los cristianos a tener la misma actitud de Cristo Jesús, que no se aferró a su categoría de Dios; “al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos (…)” (Filipenses 2, 5-11).
Después de unos momentos de reflexión, se leyó un bello texto de Ignacio Ellacuría, que me pareció muy iluminador: “Hay que intentar ver el mundo como lo ve el Padre desde su paternidad, como lo ve el Hijo como salvador de los hombres y como lo ve el Espíritu Santo como dador de vida (…). Y ante este pueblo crucificado, preguntarse: ¿qué he hecho yo para crucificarlo?, ¿qué hago para que lo descrucifiquen?, ¿qué debo hacer para que este pueblo resucite?
Terminado el rato de oración, tres electores que participaron en la Congregación General 33ª comentaron su propia experiencia para ilustrar a los nuevos, que somos una inmensa mayoría, en lo que serán estos cuatro días de ‘murmuratio’. Tal vez yo destacaría que son importantes los criterios que hay que definir desde el comienzo, para afinar la lista de posibles candidatos: edad, experiencia de gobierno, trayectoria apostólica, preparación académica, dominio de lenguas, procedencia, etc. Por otra parte, el juicio de ‘otros’ es muy importante y luego dejarse guiar por los tres tiempos de hacer una sana y buena elección que propone San Ignacio en los Ejercicios Espirituales… Sin olvidara que la decisión debe dejarse para la última hora de oración que tendremos en el Aula, inmediatamente antes de la elección.
Alguien me preguntó la fuente del dato que envié ayer sobre los 16 Superiores Generales elegidos en el primer escrutinio. La fuente es el “Servicio electrónico de información S.J.” de Roma, que en su Volumen II, número 4, del 20 de febrero de 2007 ofreció la estadística. Completo la información del número de escrutinios que ha necesitado cada uno de los 29 elegidos como Prepósito General de la Compañía de Jesús hasta el momento:
2 elegidos en el 4º. escrutinio (Vitelleschi y Roothaan).
3 elegidos en el 3er. escrutinio (González, Wernz y Arrupe).
8 elegidos en el 2º. escrutinio (Gottifredi, Nickel, Tamburini, Centurione, Ricci, Fortis, Martín, Ledochowski).
16 elegidos en el 1er. escrutinio (Loyola, Laínez, Borja, Mercurian, Aquaviva, Carafa, Piccolomini, Oliva, de Noyelle, Retz, Visconti, Brzozozski, Beckx, Anderledy, Janssens, Kolvenbach).
Vino luego una exhortación para mantener el espíritu deseado por San Ignacio durante estos días y celebramos la eucaristía por grupos lingüísticos, esta vez a cargo de la Provincia de Castilla. Presidió el P. Provincial, Joaquín Barrero y predicó José Ramón Busto, Rector de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid. Los acompañaron los PP. José Ignacio García Jiménez, Elías Royón, Isidro González Madroño y Gabino Uribarri, sin contar a muchos otros originarios de esta Provincia, que están trabajando en muchos rincones del mundo.
El resto del día, estuvimos conversando en parejas, recibiendo y ofreciendo nuestros puntos de vista sobre los distintos candidatos. El almuerzo, muy frugal: bocadillos, como llaman en España a los emparedados o sándwiches de otra latitudes, agua abundante y frutas (naranjas y manzanas)… Buen clima de fraternidad y mucha caridad y claridad en los comentarios… Como Dios manda, digo yo…


Un abrazo de hermano y amigo en el Señor,
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

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